martes, 13 de febrero de 2024

Breve Recopilación Histórica de Ràfol de Almunia

 Ràfol d`Almúnia, también denominado en su momento como Rafol, Rafol de Dénia y Rafol dels Murs[1]. Con una extensión de 4,88 Km², y a una altitud de 88 metros sobre el nivel del mar, Ràfol d`Almúnia está emplazado en el centro de la Rectoría, al norte del río Girona, a los pies de la sierra de Segaria en la ladera del “Cabeçó del Calvari”, en el cruce del antiguo camino de Pego y el recorrido de la carretera comarcal de Beniarbeig a Sagra.

            En el Registro de la Real Cancillería del Archivo de la Corona de Aragón, nº. 21. Fol. 7 se describe, que el origen del Ràfol es árabe, y al igual que los demás pueblos de la Rectoría perteneció al Reino taifa de Dénia.


 Conquistada la zona de influencia del castillo de Dénia por las huestes de Jaime I, ya se documenta la donación realizada en 1271 por el rey del lugar de Ràfol de Dénia y castillo, a Roig de Corella −Rodrigo o Rodríguez de Corella−, en recompensa por su ayuda y servicios prestados en la conquista de Valencia. Así como en el registro de las donaciones y ventas efectuadas por el Rey Pedro IV, descrito en el Folio 110, reg.1197 al 1200, folios 336 y 337, del Libro de Enajenaciones del Real Patrimonio.

A comienzos del siglo XVII, también se llamó Rafol dels Murs, por una familia de origen catalán. Constatando que una rama de estos caballeros dels Murs se establecieron en Valencia y otra en Jávea, tomando estos últimos el apellido de Sapena.

Con referencia al castillo del Rafol. En el archivo de la Real Cancillería del Archivo de la Corona de Aragón, con el Reg. 345, fol. 223. Se reseña que, en 1310 y siendo señor del Ráfol D. Andrés G. de Escribá, se constata la existencia de una torre-castillo o fortaleza en la parte alta de la población subiendo al calvario.

Las características del castillo debieron ser del tipo defensivo o de vigilancia a modo de una torre o muralla que prácticamente ha desaparecido y apenas quedan restos de esta antigua alcazaba repartidos entre las construcciones de la zona alta de la población.

Todo lo descrito, se reduce a los restos de mampostería irregular que sustentaba los cimientos de la fortaleza que estaban situados en el contorno del perímetro de la cota alta de la población. Restos suficientes para testimoniar una de tantas fortificaciones que los árabes dejaron en Ràfol d`Almúnia. En su momento fue uno de los escenarios de la sublevación musulmana liderada por Al-Azraq (1248-1275), poco después de la Reconquista de Jaime I. Aún existen restos del antiguo castillo.

Esta construcción fue realizada por Andréu Guillem, sobre restos de una antigua construcción árabe con la correspondiente licencia y concesión de Jaime II −nieto del rey Jaime I en agradecimiento por los servicios prestados en Almería. En este documento, se reseña el siguiente texto:

“Cualquier predio o heredad, dentro del término de la alquería llamada del Ràfol, que está en el término de Dénia, podéis edificar y construir una torre con su cortijo”

(A.C.A. Reg. 345, fol. 223)

En el “Nomenclátor geográfico-eclesiástico de los pueblos de la diócesis de Valencia. 1922”, el canónigo José Sanchis Sivera, describe a Ráfol como:

“Alquería del término de Dénia con su castillo, que poseía Juan Rodrigo de Acorelle “Ruiz de Corella” y que, tal vez confiscada por Pedro IV, vendió este el 5 de febrero de 1348, al valenciano D. Mateo Mercer, −Almirante de la Flota Aragonesa−, cuyo linaje mantuvo su pertenencia hasta los albores del siglo XVI”

Rafol pertenecía al curato de Dénia, y en 1535 fue erigida en parroquia independiente, con la advocación de la Epifanía, y loa anejos Benimeli, Sagra, Negrales y Zeneta, llamándose el primer párroco Antonio Arinyo: como Tormes, que era anejo de Orba, estaba más cercano a Sagra, se anexionó también a Ráfol, que contaba de 25 casa de moriscos en tiempos del Beato Juan de Ribera.

Describen, que entre los años 1450−1550, los habitantes árabes vecinos de la población de Ráfol d`Almúnia, algunos también tenían propiedades en la población de Pego, entre otros se reseñan, los nombres de: Açem, Aroçet, Canaxxos, Galliç, Hilell, Payet, Popell, Roget y Soto[1].

Últimamente, tenía el señorío el Marqués del Rafol. Hoy es un lugar de 650 habitantes, con la categoría de curato de entrada, bajo la advocación de San Francisco de Paula, del arciprestazgo de Pego. Cuenta con las ayudas de primera Tormos y Sanet, y el anejo de Benimeli. Su iglesia es espaciosa, y se celebran fiestas al titular, San José y Virgen del Rosario, el primer domingo de octubre y dos días siguientes.

Se constata que, en tiempos de Juan de Ribera, Patriarca de Valencia, Ráfol d´Almúnia tenía 25 casas, y tras la expulsión de los moriscos en 1609, fue repoblado en 1610, con un censo de 26 casas y 123 habitantes, según describe Gabriel Escolano en la Segunda Parte de la Década – Primera de la Historia de la Insigne y Coronada Ciudad y Reyno de Valencia, 1611. Capítulo XVII. Op. Cit. Pág. 142-143, y posteriormente repoblado por mallorquines.

En 1563, durante la época en que dictó la Pragmática Real ordenando el desarme de los pueblos del antiguo Reino de Valencia, la población del Ràfol contaba con 17 casas registradas y el Conde del Real era señor del lugar y José Rocafull, el comisario de la misma designado para el desarme.

En 1595, se describe como señor del Ràfol a D. Jaime Sapena, persona que era jurado de la ciudad de Valencia. Posteriormente, el entonces D. Francisco de Sapena y Zarzola –VII señor del Ràfol–, persona que en 1633, vendió el referido señorío del Ràfol a D. Antonio Almunia Feliu, convirtiéndose en el Señor del Ràfol de Almunia, pues al pertenecer durante largo tiempo a la familia Almunia, este apéndice le fue añadido y que en la actualidad lleva. En 1687, Ràfol se convertirá en marquesado como Ràfol d´Almunia.

“Antonio Almunia Feliu, –Vecino de Beniganim. Familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Valencia. VIII Señor del Ràfol, l Marqués de Ràfol de Almunia– por compra que hizo del lugar de Ràfol al VII Señor Don Francisco de Sapena. En el año de 1687 consiguió que el señorío de Rafol se convirtiese en marquesado, título de Castilla concedido por el Rey don Carlos II.

Casó Esperanza Serafina Esparza y Albert, hija de Juan Esparza Abat y de Catalina Albert Micó, de Agullente. Tuvieron por hijos a[2]:

·         Catalina Almunia Esparza, casó con Martín Belbis, Señor de Benisuera.

·         Juan Almunia Esparza, Señor de Ràfol y de Castellonet de la Conquista. Fue creado I Marqués de Ràfol de Almunia por Real Despacho de 18 de noviembre de 1687 (AHN Consejos, lib.2060). Casó con Doña Castellana Carroz de Vilarragud. Sin sucesión”.

·  Antonio Almunia Esparza. Se documenta, que en 1667, D. Antonio Almunia, casado con Dª Esperanza Serafina Esparza, nacería en 1711 un hijo llamado Antonio Almunia Esparza.

“Antonio Almunia Esparza, –Nació en Beniganim. II Marqués de Ràfol de Almunia[3]–. Casó en Gandía el 25 de noviembre de 1687 con Ana María Izco Quincoces y Almunia, nacida en Gandía, hija de Esteban Izco Quincoces y de Ursula Almunia y Martínez de Artiaga. Hizo testamento mancomunado en Beniganim el 29 de noviembre de 1712. Tuvieron por hijos a: María Ana Almunia Izco Quincoces, Francisco Pascual Almunia Izco Quincoces; Antonio Vicente Almunia Izco Quincoces; María Teresa Almunia Izco Quincoces”.

Por escrituras auténticas a que se refiere Martín de Viciana, confirma este autor que el origen del noble linaje de los Almunia procede de la villa de la Almunia de San Juan, hoy provincia de Huesca, y añade que en el año de 1396, en tiempo del Rey don Martín, fue a habitar al reino de Valencia. Fue su progenitor, un caballero que, con muchos guerreros de Francia y de otros puntos de Europa. Vino al reino de Aragón en 1101 para ayudar en la empresa de arrancar del poder de los moros la ciudad de Barbastro, y a quien, en recompensa de los servicios realizados en dicha conquista, premió el Rey don Pedro I de Aragón concediéndole en señorío la citada villa de Almunia de San Juan, cuyo nombre tomó por apellido, continuándolo sus sucesores.

El linaje se pierde en el medievo, hundiendo sus raíces en el antiguo reino de los francos. Un caballero francés de los muchos que participaron en la empresa de la toma de Barbastro fue premiado por el monarca aragonés Pedro I (1069-1104) concediéndole el Señorío o Tenencia de la villa de San Juan, de donde tomó el linaje el apellido Almunia. Durante la gesta de la conquista del Reino de Valencia en 1238, el infanzón aragonés de dicha villa, Pedro de Almunia, ayudó con sus huestes y víveres (cuatro mil cabezas de ganado) al Rey de Aragón don Jaime I el Conquistador (1213-1276).

Figura Pedro de Almunia en el repartimiento de tierras y casas en la ciudad del Turia. El cronista Martín de Viciana, dice que en el reinado del Rey don Martín I el Humano (1396-1410), fue a habitar a Valencia del Cid Mosén Domingo de Almunia, originario de Almunia de San Juan.  Los Almunia figuraron siempre en el brazo militar de la ciudad de Valencia. Pedro Luis de Almunia se halló en la toma de Málaga durante la conquista del Reino nazarita de Granada, ayudando a don Fernando II el Católico (1479-1516) a su costa.

Por Real Merced de 1 de junio de 1736, don Carlos VII, S. M. Siciliana, Rey de Nápoles (después Carlos III de España y las Indias) concedió el Título de Marqués de Almunia a don Luis de Almunia y Pérez-Calvillo (otro noble linaje aragonés), Capitán de Caballos y Corazas, Coronel de los RR. EE. Antonio de Almunia de Próxima y Esparza, Señor de Ràfol y Castellonet, fue creado Marqués de Ràfol de Almunia el 18 de noviembre de 1687. Los Marqueses de Almunia tenían su palacio en la calle Avellanas, núm. 22 de Valencia.

 

Vecindario de Ráfol d`Almúnia año 1646

L'any de la nativitat del senyor de mil sis-cents quaranta-sis, en el dia titulat 6 del mes de novembre, etc. sertifican nosaltres Bertomeu Catalá Justisia del lloc del Ráfol en lo Marquesado de Dénia, Pere Ferrando y Bertomeu Vilanova  Jurats de dit lloc y seguint un mandato per voseñories los señors elets dels tres estaments de la siutad i Regne de Valensia despachat en XIII dies del mes del octubre proxime pasat del present y corrent añy sertificam a Vos señories aver pres lo manifest de tots lo caps de cases y abitadors al present en dit lloc ab los noms y cotnoms de cadau de aquells en  e per la forma seguent  etc. 

 


 

 Les quals damunt dites cases  acomulades prenen suma de quinse casses al present atnotades en lo present lloc sertificant vos señories de dites cases aver enumerades aquelles per averne memoria en lo esdevenidor  men requerixen a mi Alexandre Boronat  per autoritat real notari los ne fos rebut  acte public lo qual per mi los ne foshe rebut dit dia mes y añy desus dit en presensia de Juan Gil Pastor y Pere Nadal testimonis e per que entota part ubique plena fide adibeatur “en todas partes se les dé plena fe” yo sobredit notari rebedor de aquells posse mon signe.

 

    

 

A.R.V.: Generalidad; Libro. 4826, nº 301.



[1] Les I Jornades D´estudis Carmel Giner Bolufer de Pego y les Valls, Actes 2004 - L´onomástica Árb a les Valls de Pego, pág. 40”.

[2] AHN Leg.607 nº 2.

[3] AHN Consejos Leg. 5240

miércoles, 18 de noviembre de 2020

LA MATANZA DEL CERDO

Una necesidad, costumbre o tradición ancestral de nuestros pueblos, era la crianza y posterior sacrificio del cerdo.


Salvador Moll (Cabota), con Enrique Folqués y amigos

El acto se realizaba con el objeto de aprovechar sus carnes para la alimentación de la familia y muy a menudo para confeccionar embutidos. El cerdo era uno de los remedios más apreciados y valiosos para abastecer la despensa familiar durante todo el año. Además, también solía aportar una abundante e importante fuente de recursos para la economía familiar.

Describen historiadores, que fueron los fenicios quienes introdujeron los primeros cerdos en España, así como los innovadores de la salazón. Refieren, que inicialmente se conservaban en sal los cerdos muertos enteros, iniciando posteriormente a salar y curar las patas por separado –actuales jamones–.

Antiguamente, un considerable número de casas de nuestros pueblos disponían de corral, cuadra, así como un espacio conocido como pocilga “porquera”, en la que, si las circunstancias les eran propicias y lo permitían criaban un cerdo. La crianza de cerdo era aprovechada en doble sentido. La primera y esencial para obtención de sus valiosas carnes como alimento para la familia y la confección de embutidos. De otra, durante los días que duraba su crianza en la porquera, eran aprovechados para recoger sus excrementos y desperdicios que, una vez tratados adecuadamente, eran utilizados para la elaboración y obtención del valioso estiércol “Fem”, excelente elemento orgánico necesario para abonar las huertas y campos agrícolas.

Al cerdo solían alimentarlo con las sobras de la comida de la familia, harina de trigo, centeno, restos de las hortalizas de la huerta y otros cereales hasta la época del cebo –unas seis semanas antes de la matanza–, en las cuales se les solía alimentar con el típico “abeuratge”. Una vez engordado, en fechas cercanas a la Navidad, con la llegada de los meses de mayor frío –entre diciembre y febrero– lo sacrificaban. La matanza del cerdo era una tradición que se venía efectuando año tras año, en la que se unía el pueblo y las familias, era realmente muy familiar. Era costumbre invitar al acto de la matanza a familiares, vecinos, amigos y conocidos, de forma que todos participaran en el laborioso proceso del sacrificio, despiece y posterior elaboración de embutidos.

Todas estas tareas eran muy farragosas y como antiguamente no existían los utensilios y maquinaria actual, el trabajo de manipulación era mucho más lento, por lo que para dejarlo terminado en un solo día si fuera posible, se necesitaba el apoyo de muchas manos, de aquí que se invitaran a parientes, amigos y vecinos. Todo el mundo participaba de manera muy activa. Desde los mayores hasta los más jóvenes aportaban su trabajo. 

Cuando se realizaba la matanza, las personas paraban a desayunar, los hombres cortaban un poco corteza para asarla, y a los jóvenes, para que les dejasen tranquilos les daban el rabo para que ellos mismos lo asaran. Es solo una anécdota, pero así era la vida, los pobres adolescentes cuando pasaban al rango superior hacían exactamente lo mismo que les habían hecho a ellos antes.

En los días anteriores a la matanza no se les da de comer, a fin de que tuvieran los intestinos más limpios. El día anterior al señalado, se preparaban todos los utensilios para el acto: els llibrells, els ganivets, la taula, la caldera, la seba y les engilagues. 

Al amanecer del día señalado y antes de la salida del sol, se encendía el fuego y se colocaba el agua a calentar. Los hombres iban a la porquera y sacaban el cerdo por las buenas o por las malas. Unos lo cogían de las orejas, otros del rabo y el matarife del morro con un gancho con sumo cuidado para que no le mordiese. Al llegar al lugar previsto lo colocaban sobre una mesa destinada para el sacrificio, al subirlo, el cerdo daba sus característicos gruñidos que se convertían en quejidos cuando le ataban las patas a la mesa para no se cayese.

Seguidamente, el matarife le clavaba el cuchillo al cuello como un especialista en su oficio mientras que se derramaba toda su sangre en el llibrell que sujetaba el encargado mientras no paraba de remover la sangre para que no se coagulase. 

Del cerdo se aprovechaban todas sus partes, los jamones y paletillas se salaban en cajones de madera con sal gorda para su curación, las tripas se limpiaban para embutirlas con parte de la carne de los lomos que se troceaba y trituraba. A la masa obtenida se le añadían diversos tipos de especias, embutiéndola en las tripas ya limpias para confeccionar las sobrasadas, longanizas, salchichones, morcillas “botifarres”, etc.

Los embutidos se elaboraban con diferentes sabores en función de los gustos de la familia, después se guardaban en algunas dependencias del domicilio, generalmente en la buhardilla (Cambra).

 


miércoles, 16 de septiembre de 2020

Proyecto de la Presa-Bóveda del Pantano de Isbert


Tal como se describe en el artículo publicado sobre el Pantano d´Isbert y en la revista de Obras Públicas. En virtud de facultades que le concedía la ley de Canales y Pantanos de 1870, la Excma.  Diputación provincial de Alicante, con fecha 25 de junio de 1875, otorgó a D. Toribio  Iscar  la concesión necesaria para construir en el cauce del rio Girona y garganta denominada estrecho de Isbert, en que afluyen los vaIles de Alcalá  de la Jovada,  Ebo y Laguar, una presa productora de un embalse capaz para dotar de riego a gran parte de los fértiles términos correspondientes a pueblos de la comarca denominada Marquesado de Dénia que linda con la costa.

Aunque por una serie de vicisitudes transcurrieron diversos de años sin que pudieran llevarse a cabo aquellas obras. Posteriormente, tanto por lo anticuado del proyecto y  fuera de la realidad los precios que en aquel se aplicaban, como por tratar de conocer con mayor exactitud los recursos  hidráulicos disponibles, los herederos del primitivo concesionario propietarios de la concesión, encargaron al eminente ingeniero D, Alfonso  Peña Boeuf, – profesor de la Escuela especial de Caminos, Canales y Puertos–, un  estudio comparativo de los trabajos hasta entonces efectuados, y así mismo que teniendo en cuenta los datos de aforos y pluviométricos de la comarca, dedujera la media de los recursos  hidráulicos con que pudiera contarse; como consecuencia de aquel estudio se le encomendó el proyecto de la presa de embalse. Al respecto, el ingeniero jefe de C., C. y  P. Señor D. Arturo Monfort Hervás, describe en la Revista de Obras Públicas: 

 “Estando a cargo de la División hidráulica del Segura D, Alfonso  Peña Boeuf, y según prescribía la concesión, la inspección de aquellas obras, emitió  acerca  del antedicho proyecto un favorable  informe, haciendo los elogios, siempre pálidos que su autor merece, por la genialidad de la Idea, por la sencillez con que la resuelve, y, finalmente, por la inmodestia que aureola toda  su actuación,

Las únicas dudas,  y así lo expuse al concesionario, que podrían presentarse, las  sugerían la permeabilidad del vaso, sobre todo en su fondo, y el volumen de agua disponible; pero una y otra, la experimentación solamente debía decidirlas, y ninguna ataguía provisional para ir haciendo embalses parciales podría ejecutarse con mayor economía que la misma presa proyectada; era, pues, solo condición precisa ejecutarla por partes, que fueran dando a entender, por, embalses sucesivos, los puntos de filtración, sin perjuicio que buen número de ellos, ya conocidos, se taponasen, como así se ha  hecho, ganando algún tanto en la impermeabilización, según demostró una pequeña avenida reciente que a los nueve metros de altura en la obra vertió con lamina mayor de un metro por encima de ella. El terreno es dudoso, pues pertenece a la formación infracretácea y ofrece algunas pequeñas cavernas, según lo ha demostrado la apertura del túnel del  camino  de servicio...”




Proyecto de la Presa-Bóveda del Pantano de Isbert

 

Breve descripción y análisis del proyecto de la construcción de la presa-bóveda, del pantano de Isbert, según descripción y análisis transcritos literalmente, en la Revista de Obras Públicas, Fuente: 1932, 80, tomo I (2590): 61-64; Palabras clave: presa de bóveda; estabilidad del suelo; cálculo; resistencia (mecánica); Identificadores: Presa d´Isbert. “Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos (España)”.

Hace pocos años, cuando al ser honrado por una sociedad con el encargo de proyectar una presa-bóveda, estudiamos con atención este problema, al ver, más que la dificultad de cálculo, la de la adaptación del análisis, a la realidad, preferimos quitar de un golpe toda la complicación, ideando un sistema constructivo que no tuviera indeterminación elástica. La solución consiste en hacer la presa por anillos horizontales, independientes unos de otros por separación material, y a los que, por esta circunstancia, pueda aplicarse el cálculo de los arcos con todo el rigor deseable. Para la realización práctica de esta solución, proyectamos hacer arcos de altura relativamente pequeña (2 o 3 metros), descansando unos sobre otros por intermedio de una chapa de asfalto, bien dosificado, para que no se aplaste por la presión, y que al mismo tiempo sea lo suficientemente plástico para no coartar las relativas deformaciones.

Es indudable que de este modo de enfocar el problema es más seguro, desde el punto de vista realidad física, que cualquier otro, en el que se hagan hipótesis a sabiendas de que no se cumplen; pero lo más interesante es que, proyectando la presa con tal simplificación de construcción; el espesor que resulta en cada anillo de la zona inferior es menos de la cuarta parte del que se precisa con los cálculos hipotéticos haciendo la masa de la presa continua.

 

 

 Con este estudio resultaba el proyecto de una presa-bóveda de 50 metros de altura, bastando un espesor de 3´50 m en el anillo inferior y describiendo decrecimiento hasta 1 metro la coronación. No llegó a construirse dicho proyecto, por la inquietud que sintió aquella Sociedad al examinar esta solución, que le parecía atrevida, y optó por un perfil inspirado en otras teorías.

Pero nosotros no sentíamos ese temor, sino que por el contrario, nos precia más seguro y tranquilizador que el otro criterio, y estábamos decididos a construir una presa de ensayo en cualquier ocasión.

La confianza -que nunca agradeceremos bastante- de tres amigos relacionados con una construcción de riegos antigua, nos unió para hacer una presa de embalse, de este tipo, aportando entre los cuatro los gastos materiales, un poco desproporcionados con nuestra modestia.


Emplazada la presa en el lugar en que estaba proyectada otra primitiva –el valle de Laguard, que desagua en Dénia-, se empezó la construcción con arreglo al proyecto que redactamos al efecto, sin hacer más excavación en el fondo que la indispensable para igualar el asiento del anillo inferior, pues ya se comprende que con este sistema nada importa, para la estabilidad, la posibilidad de las subpresiones.

En el proyecto adoptamos una altura de 47 metros, con una ley de gruesos de anillos, que varía desde 3 m en el anillo inferior, a 0,75 m en el superior, siendo los anillos de forma circular con arcos de radio variable (figuras 1 y 2 ).

Los anillos tienen 3 metros de altura, excepto el inferior, que tiene 4, para poder alojar las válvulas del desagüe de fondo, y con ese motivo este anillo tiene un recrecimiento en el grueso, pero este aumento es el indispensable para la instalación de esos cierres.

El asiento de todos los anillos, se hizo con chapa intermedia de asfalto, y la dosificación de este fue encargada, así como su extendido, a la Compañía Peninsular de Asfaltos, que estudió muy atentamente la cuestión, proporcionando un material, mezcla de asfalto y betún, que reunía la condición de no aplastarse sensiblemente con la presión de 11Kg/cm2, que había de soportar en las capas inferiores, y sin embargo, conserva la plasticidad y movilidad para cargas tangenciales de 0,5 Kg./cm2, en espesor de 3 cm.




Desde luego, con arreglo al proyecto, se colocaron placas de plomo, con cubrejuntas, a 20 cm. del paramento agua arriba, por medio de hojas de 30 cm. de ancho, que anclaban 13 cm en cada anillo.  El hormigón empleado fue el corriente, compuesto de 860 litros de grava (de 2 a 5 cm.), 400 litros de arena (de 1 a 3 cm.), 300 kilogramos de cemento Portland y 160 litros de agua, sin hacer cribado especial de gravas y arenas, para ponerlos así en las condiciones más corrientes de la práctica.

Pensábamos seguir la construcción hasta llegar a los 47 metros proyectados; pero, atendiendo al consejo que nos fue hecho por el ingeniero inspector del Estado, nuestro querido amigo D. Arturo Monfort, que más bien ha sido para la construcción el más eficaz y entusiasta colaborador, preferimos llegar hasta 27 metros de altura, dejando llenar el embalse y probar la presa con carga.

Ninguna precaución adoptamos al efecto, y, paradas las obras, al llegar los últimos días del pasado mes de diciembre sobrevino una riada tan violenta, que el 25 se llenó el embalse, almacenando 4 millones de metros cúbicos, y el 26 empezó a verter, sobre el último anillo hecho, llegando a tener ¡3 metros de lámina vertiente, en 20 metros de ancho, durante varias horas! Siguió todavía el día 27 el desagüe sobre el anillo superior durante casi todo el día.



Ya se comprende que esta catarata, cayendo de los 27 metros de altura, se llevó el andamiaje, máquinas y hasta unos macizos de hormigón que se hicieron, agua abajo, para colocar los aparatos taquimétricos de medida de las deformaciones.

Fácilmente se comprende la violencia de la prueba, pues el arrastre de aire en cada caída como vertedero vertical habrá producido vibraciones enormes en toda la obra. Pues, a pesar de todo, no solamente se conserva perfectamente, sino que se ha acusado ni la menor fisura, ni siquiera liguero escape de agua a través de ella.

El asfalto de las juntas no ha tenido la menor alteración y conserva su relativa plasticidad, apreciable en los frentes. El cálculo de espesores se hizo adoptando una carga máxima de trabajo, de 24 Kg. /cm2 para los anillos inferiores, y aunque esta cifra está prevista para la altura de 47 metros, y, por tanto, no debía de haber pasado de 16 Kg. /cm2  en la prueba, es evidente que, por razón de las vibraciones de la caída de agua, habrá pasado, con mucho esta cifra.

Pero lo más curioso es que, si la presa-bóveda la hubiéramos estudiado por los métodos corrientes, antes explicados, hubiera sido preciso darle 13 metros de grueso en la base, adoptando cargas de trabajo de 45 Kg. /cm2, y, de ser cierta esa teoría y haber aumentado mucho la carga por efecto de la caída de agua, hubiera resultado una imprudencia dar ese grueso de 13 metros… y una seguridad el de 3, que se ha (¡!).                                                     

  

                                                                                                                         Alfonso PEÑA BOEUF

Profesor de la Escuela de Ingenieros de  C., C. y P. 



lunes, 17 de agosto de 2020

Pantano d´Isbert

Codificado con el nº. 08906 de la Confederación Hidrográfica del Júcar, el pantano d´Isbert recibe este nombre por a su ubicación, pues está situado en el valle del antiguo rahal de Isbert “Ixber, Hixber”, lugar que, en 1535 era anejo a parroquia de Orba y constaba de cinco casas de cristianos nuevos.  



Según describen López Gómez, A. y Roselló Verger, V.M en: Geografía de la Provincia de Alicante, pág. 434- 436, desde finales el siglo XVIII se venía albergando la posibilidad de controlar y almacenar las aguas del río Girona. Buena prueba de ello, la tenemos en las notas tomadas por el polígrafo Cavanilles en su viaje realizado a nuestra comarca en el año 1792 y publicados en su obra “Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia, Madrid (1795-1797)”, que en el Tomo II, pág. 207-209, describe la posibilidad de una hipotética construcción de un pantano en su cauce, así como las condiciones geológicas del terreno, relatando el siguiente texto:

 “Uno de los mayores barrancos del Reyno es el llamado del Infern, al qual acuden por varios rumbos los de las montañas de Alcalá, Evo, y Lahuár. Sería largo describir su curso con los precipicios, quebradas y abismos que presenta. Me contentare con indicar un proyecto que creo ventajoso al Marquesado de Dénia, si se aprovecha la disposición natural del portillo ó boca por donde desagua el expresado barranco. Las aguas de un recinto montuoso de tres leguas largas de  diámetro, juntas en un cauce rompieron los últimos montes para caer a las llanuras de Orba, y al Marquesado de Dénia, desando una abertura de centenares de pies de altura, la cual tiene en la base contigua á las llanuras unos 14 pies de ancho, y de 30 á 60 en la parte superior. Llámase el estrecho de Isbert, y por ella sale en tiempo de lluvias un río caudaloso; pero cuando no llueve muy escaso, qual corresponde a las fuentes perennes que en gran parte aprovechan los pueblos del citado valle. No he visto en el reino sitio más oportuno para hacer un pantano igual al de Alicante: la corta distancia de los muros que  forman el estrecho ahorraría materiales, y los necesarios se lograrían á poca costa; porque la maleza y leña de los montes serviría para calcinar la piedra caliza y dura, y esta  suministraría sillares al pie de la obra, que rendiría grandísima utilidad. Apénas tienen riego los pueblos del Marquesado, cuyos términos participan de  la llanura que se extiende tres leguas hácia  el mar, y una larga  de norte á sur: reducida á huertas por medio del pantano daría quatro veces más frutos, y á proporción, se multiplicarían los vecinos.

Las aguas, recogidas en un estanque de suficiente capacidad, deberían distribuirse por dos canales, uno á la derecha de Isbert, y otro á la izquierda, por este irían á los pueblos de Tormos, Sagra, Rafol, Benimeli, Sanét, Negrals, Beniarbeig, Vergél, Llocs “Poblets”, Ondara, Pamis y Dénia; y por el de la derecha á Orba, Benidoleig, Pedreguér, Gata y Xábea. Como los gastos de la obra serán considerables á pesar de las ventajas que presenta el terreno, convendrá examinar ántes los ribazos del barranco que deberán servir para el estanque, y ver si se hallan en estado de contener las aguas. Sabemos que estas filtran y se introducen hasta los cimientos de muchos montes, especialmente los inmediatos al mar, y la experiencia prueba de buena porción de ellas acude por filtros subterráneos á formar en las raíces del monte Cabál, muy cerca de Tormos, la fuente Bolata de que procede un río respetable quando prediciéron inviernos lluviosos, bien que desaparece en el verano. Por de pronto tenemos á favor del pantano proyectado las aguas que sin interrupción baxan por el cita do Isbert, las quales, aunque escasas, prueban ser sólido el cauce por donde vienen.

Aprovéchalas hoy día los 100 vecinos de Orba, más no como pudieran, porque la presa y cauce que hicieron para conducirlas á los campos están en mal estado, y no pueden contenerlas. Más utilidad sacan de las fuentes del pueblo, con cuyos desperdicios riegan ocho jornales de tierra, los que se aumentarían sobremanera si se hiciera el pantano, porque hay llanuras considerables en el témino, este tiene hora y media de oriente á poniente, y media  de norte á sur, confinando con los del Rafol, Sagra, Tormos, Lahuár, Murla, Parsént y Alcalalí” 

En 1850, aprovechando la relación del sagrantino D. José Albiñana Rubio, –fotógrafo de cámara la Reina Isabel II–, con la reina, presentó al gobierno de España las inquietudes de su comarca natal sobre la posibilidad de construir un pantano en la cuenca del río Girona en el valle de Laguard. Al efecto, bajo el epígrafe de Mejoras del mayor interés, el periódico El Alicantino publicaría el 18 de agosto de 1850, el siguiente artículo referente al asunto descrito sobre la construcción de una presa. Artículo que también publicarían los periódicos El Heraldo de Madrid, el 21 de agosto y El Católico de Madrid, el 23 de agosto. La publicación del periódico El Alicantino puntualizaba: 

“El señor gobernador de esta provincia Sr. Campoamor, salió en la madrugada de ayer de esta capital alicantina con el objeto de reconocer por sí mismo, los terrenos donde deberá construirse, según todas las probabilidades el “pantano de Isber”. Parece que el gobierno de su majestad la Reina Isabel II, en vista del proyecto presentado por el fotógrafo de cámara la Reina, el sagrantino D. José Albiñana Rubio. El gobierno español pidió informes a esta autoridad sobre la conveniencia de esta obra, y sin duda con el fin de poder evacuarlos con más exactitud y acierto, ha dispuesto examinar personalmente la posición topográfica del estrecho designado por el Sr. José Albiñana para depósito de las aguas.

La predilección con que ha mirado siempre el Sr. Campoamor todo cuanto concierne al planteamiento y resolución de obras públicas, nos hace esperar que el resultado de su viaje nos será muy satisfactorio para el marquesado de Denia. En efecto, el vasto territorio de este partido, secano hoy en su mayor parte, se convertirá con la construcción del pantano, en hermosas huertas que han de aumentar la riqueza y las producciones de una manera extraordinaria, participando muy particularmente de los beneficios del riego los pueblos de Tormos, Sagra, Rafol, Sanet, Benimeli, Benidoleig, Ondara, etc., y si las aguas son abundantes también los de Pedreguer, Jávea y Denia.

Según el plan presentado, el pantano debe formarse con las aguas de un río de aluvión que hay entre Tormos y Orba, y que tiene su origen en Vall de Ebo y barrancos de Laguart; esta agua vienen encajonadas entre  dos grandes montañas hasta desembocar en el estrecho llamado de Isbert, punto, como ya hemos dicho, designado en el proyecto para construir el pantano. El estrecho tiene aproximadamente cien pies de longitud, cuarenta de latitud y unos doscientos de profundidad, estando indicado, según parece, por su naturaleza misma para una obra de tamaña importancia.

Mucho esperamos del celo del señor Campoamor. Si el proyecto en realidad es tan útil como se supone, es de creer que venza desde luego cualquier obstáculo que pueda oponerse, y que en breve veamos terminada una obra que ha de honrarle tanto, como riqueza ha de reportar a los pueblos de esos partidos, agobiados hoy por la sequía y la miseria.

Para dar con exactitud y conciencia un informe de tal importancia, nada más acertado que constituirse en el lugar elegido e inspeccionarlo detenidamente” 

La revista de Obras Públicas del Cuerpo Nacional de Ingenieros de Caminos Canales y Puertos –fundada y sostenida por el Cuerpo Nacional de Ingenieros–, describía que, a principios de 1875 comenzaron los primeros proyectos para la construcción de un pantano en la cuenca del río Girona. Al efecto, el 25 de junio de 1875, la Excma. Diputación provincial de Alicante, otorgó una concesión a los Sres. Toribio Iscar Sáez y Juan Moreno, ambos, promotores de la ciudad de Madrid para la construcción de un pantano en el vaso que forma el Girona en la parte baja de la Vall de Laguar, más concretamente en el paraje del antiguo rahal de Isbert, concesión publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de Alicante con el nº180. –Sobre este proyecto la descrita revista publicaba que, las aguas embalsadas se distribuirán por dos canales independientes, uno por su izquierda con una longitud de unos 24 Km., para regar los términos de Tormos, Sagra, Ráfol d´Almúnia, Benimeli, Sanet, Negrals, Beniarbeig, Pamis, Ondara y Dénia, y por la derecha con una longitud de unos 18 Km., para regar los términos de Orba, Benidoleig, Pedreguer, Gata y Jávea. El presupuesto de las obras de este pantano era de unos 2.000.000 de pesetas aproximadamente–.


A partir de su publicación, el 28 de julio de 1876 se inician los preparativos para su construcción, pero sería pospuesta pese a las buenas intenciones y a las cuantiosas campañas en defensa de su construcción realizadas por los concesionarios Sres. Iscar y Moreno, unidas al incondicional apoyo de su representante en Pego, el abogado y periodista D. Camilo Pérez Pastor, ex diputado de la Primera República y candidato perpetuo al acta de diputado en Cortes por el distrito de Pego, persona fundadora del semanario Bullentó, cuya publicación estaba dedicada por y para la defensa de los intereses pegolinos.

Pero las circunstancias cambiaron a partir de 1890, a consecuencia de los primeros embates de la filoxera, “Phylloxera vastatrix (Planchon)”, o también conocida bajo el nombre de Daktulosphaira vitifoliae (Fitch), plaga que provocó que las plantaciones dedicadas a la vid se infectaran, lo que obligó y estimuló a que los agricultores buscaran otra alternativa al mayoritario monocultivo de la vid, provocando un progresivo cambio a otros cultivos, encontrándose entre ellos algunos dependientes del regadío, destacando el cultivo de la naranja. Vistas las nuevas necesidades, el Escolapio paleontólogo y geólogo Padre Leandro Calvo Pascual, en 1908 realiza un anteproyecto con el que se pretendía almacenar la suficiente cantidad de agua para poder regar 10.000 Ha, adquiriendo para tal efecto en 1910, los derechos a la empresa inglesa Spanish Irrigation Litet, no llegando a ningún desenlace.

Sobre la no ejecución anteriormente descrita, Julio de Vargas narra el siguiente párrafo en su obra “Viaje por España: Alicante-Murcia;  pág.162, publicada en el año 1895 en el periódico El Liberal de Madrid ”.

Se han manifestado dispuestos á beneficiar todas sus tierras de regadío con las aguas producidas de los cuarenta y cuatro millones de metros cúbicos  que podría contener la presa del Pantano. Pero Dénia no ha demostrado hasta ahora el mismo interés, al contrario; no ha considerado necesario el riego para sus terrenos dedicados al cultivo de la vid, y ni ha querido comprometer en el negocio capital alguno, ni siquiera suscribirse á la percepción de las aguas, para el caso en que el encauzamiento de las del Pantano llegara á ser una realidad.

El concesionario del proyecto y su representante confían, sin embargo, en que modificándose – como esperan que se modifique– las condiciones de producción de Dénia, los agricultores necesitaran agua de riego para transformar el actual cultivo, y que entonces facilitaran  los medios para que el Pantano salga de la esfera de proyecto. Si esto sucede, parece indudable que con ello habrán de ganar mucho todos los pueblos del Marquesado”.

El 12 de agosto de 1915, el financiero J. Henrich, constituyó una Comunidad de Regantes del Pantano de Isbert, la cual propuso a la comarca del Marquesado de Dénia la construcción de la anteriormente citada presa de Isbert, proyecto que no se realizó debido seguramente a los difíciles acontecimientos que atraviesa la agricultura en 1916 en la exportación de agrios, seguramente debido a los eventos de la Primera Guerra Mundial. Pero a partir de 1928, de nuevo se restablece el anhelado sueño de la construcción de la presa del pantano de Isbert, esta vez estuvo propiciada por la iniciativa de unos promotores catalanes, los señores Brutau y Cruells, que en 1931, utilizando un proyecto de D. Alfonso Peña Boeuf, Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, pero de nuevo este proyecto quedaría detenido al poco tiempo, debido a la dificultad que comportaba la inyección del cemento en esa época, trance este que desbordaba sus posibilidades económicas.

La Revista de Obras Públicas, insertaría varias publicaciones sobre “Las Presas-Bóveda”. Entre otras, la publicada en el nº 1 de mayo de 1927, por el profesor e ingeniero de la Escuela de Caminos, Canales y Puertos D. Alfonso Peña Boeuf, así como el consultor H. E. Gruner, que también realiza una profunda descripción sobre: Consideraciones sobre el cálculo y la ejecución de las presas-bóvedas 1927, 75, tomo I (2488): 413-417. En 1930, se publican los antecedentes relativos a la concesión del proyecto de la Presa d´Isbert y el nuevo tipo de Presas Bóveda ideado por el mismo D. Alfonso Peña Boeuf, en la misma se narra: 

“La Excma. Diputación provincial de Alicante, con fecha 25 de junio de 1875, y en virtud de facultades que le concedía la ley de Canales y Pantanos de 1870, otorgó a D. Toribio Iscar la concesión necesaria para construir en el cauce del río Girona y garganta de-nominada estrecho de Isbert, en que afluyen los valles de Alcalá de la Jovada, Evo y Laguart, una presa productora de un embalse capaz para dotar de riego gran parte de fértiles términos correspondientes a pueblos de la comarca denominada Marquesado de Dénia, que linda con la costa, junto al cabo de San Antonio.

  Transcurridos gran número de años sin que, por una serie de vicisitudes, pudieran llevarse a cabo aquellas obras, y en poder la concesión de los herederos del primitivo concesionario, tanto por lo anticuado del proyecto y fuera de la realidad los precios que en aquél se aplicaban, como por tratar de conocer con mayor exactitud los recursos hidráulicos disponibles, encargaron aquéllos al eminente ingeniero, profesor de la Escuela especial de Caminos, Canales y Puertos, D. Alfonso Peña Boeuf, un estudio comparativo de los trabajos hasta entonces efectuados, y asimismo que teniendo en cuenta los datos de aforos y pluviométricos de la comarca, dedujera la media de los recursos hidráulicos con que pudiera contarse;  como consecuencia de aquel estudio se le encomendó el proyecto de la presa de embalse….

...Las únicas dudas, y así lo expuse al concesionario, que podrían presentarse, las sugerían la permeabilidad del vaso, sobre todo en su fondo, y el volumen de agua disponibles; pero una y otra la experimentación solamente debía decidirlas, y ninguna ataguía provisional para ir haciendo embalses parciales podría ejecutarse con mayor economía que la misma presa proyectada; era, pues, sólo condición precisa ejecutarla por partes, que fueran dando a entender, por embalses sucesivos, los puntos de filtración, sin perjuicio que buen número de ellos, ya conocidos, se taponasen, como así se ha hecho, ganando algún tanto en la impermeabilización, según demostró una pequeña avenida reciente que a los nueve metros de altura en la obra vertió con lámina mayor de un metro por encima de ella. El terreno es dudoso, pues pertenece a la formación infracretácea y ofrece algunas pequeñas cavernas, según lo ha demostrado la apertura del túnel del camino de servicio.

Aun cuando las zonas límites de las provincias de Valencia y Alicante acusan un régimen pluviométrico muy escaso, dentro de ellas parece que aquel valle ofrece condiciones de excepción, confirmándolo, según datos recogidos en el país, el nombre árabe de Laguart, que quiere decir «Lluvioso». De todos modos, la altura media de precipitación en el pluviómetro de Fontilles, inmediato al embalse, y seis más de alrededor, es de 550 mm en períodos moderados, llegando a 700 en los lluviosos. Según esto, y contando con un coeficiente de escorrentía de 0,40, dadas las fuertes y desnudas pendientes de aquellos valles y su carácter torrencial, y conocida la cuenca de recogida de 56,678 kilómetros cuadrados, se pueden embalsar, como término medio, de 11 a 15,5 millones de metros cúbicos, descontadas las pérdidas por evaporación. Para este embalse máximo exige la cerrada una altura de presa de 45 metros y ésta se le hubiere dado si fuera del tipo gravedad, por la variación del incremento del volumen de la obra respecto a su altura; pero en las presas bóvedas cuya variación es casi lineal el aumento de coste es pequeño y se proyecta alcanzar los 47 metros, con lo que el embalse será de 17 millones de metros cúbicos, pudiéndose así recoger hasta las aguas de años excepcionales, siendo probable que no funcione nunca el aliviadero de superficie”. 

Al terminar la guerra civil española, por mediación de una ayuda estatal que subvencionaba el 80% del importe según una ley de 30 de junio de 1939, se acomete de nuevo el proyecto de la presa de Isbert. Por lo que en abril de 1940, posibilitó a los concesionarios el reiniciar dicho proyecto, restableciendo de nuevo la Comunidad de Regantes del Pantano de Isbert. En este nuevo proyecto, se preveía la construcción de una presa de 50 metros, así como la impermeabilización del vaso con una capacidad de almacenamiento de 8 Hm3de agua, los cuales inundarían unas 28 hectáreas, ya que con esta capacidad, se dispondría de bastante cantidad de agua para poder regar aproximadamente unas 3.000 Ha.

En 1944 realizaron la primera fase del proyecto que consistía en el taponamiento de las fisuras e impermeabilizar el vaso del pantano hasta una cota de 16 m. En  diciembre de 1945 y, a modo de prueba, se realizó un primer llenado del pantano colmándolo hasta la altura de 27 metros que en esos momentos tenía la presa, por lo que acumularon aproximadamente unos 4 millones de metros cúbicos de agua. Pero en el transcurso de unos veinte días, el pantano se vació completamente por la filtración del agua embalsada a través de su lecho y paredes, y como ya ocurrió en años anteriores, a consecuencia de ello, se paralizaron de nuevo las obras.  



En 1954 se abordó de nuevo el proyecto, realizando un estudio para realizar un revestimiento del vaso del pantano con cemento, usando un nuevo sistema llamado gunitado, pero según las malas lenguas, el cemento destinado a la impermeabilización del pantano llegó muy escaso a Isbert, es decir, se perdía o se evaporaba por el camino desde Dénia a Isbert. La versión popular alude, que Isbert no se impermeabilizó, pero sí se impermeabilizaron la mayoría de las cisternas desde Dénia hasta Isbert, así como otras construcciones. Por lo que a raíz de un nuevo informe desfavorable de los Ingenieros, el referido proyecto de impermeabilización se desestimó definitivamente el 1 de junio de 1957. El embalse construido está fuera de servicio, no obstante, el pantano de Isbert sigue cumpliendo una función trascendental recargando los acuíferos por la reinfiltración de caudales de agua que recibe. 

José Costa Más, publicaría en la obra El marquesat de Dénia. Estudio geográfico. Universitat de València, 1977. Pags. 62-63, el siguiente texto: 

“El estrecho de Isber en el rio Girona, ensancha ligeramente su cauce a la altura de Benimaurell, para volverlo a cerrar en el estrecho de Isber, cerca de Campell, a través del cual se abre a la Retoria. Pasado el Barranc de l’Infern, el rio labra la garganta de Isber, de corto recorrido, pero que constituye una de las más angostas y verticales del territorio valenciano.

Resulta problemático reconocer el carácter de estos cañones. La observación del congosto (desfiladero entre montañas) de Isber y sus inmediaciones nos puede dar alguna luz al respecto. En Isber el río cambia bruscamente de dirección a NW-SE, encontrando unas capas calizas de tipo litográfico y marmóreo, de gran resistencia, y al erosionarlas se encaja en ellas profundamente; el estrecho es del orden de 4 a 5 m de ancho en la base, abriéndose muy lentamente en altura, de modo que la separación de las paredes viene a ser solo de 14 m, a unos 60 m. sobre el nivel del cauce.

Dos factores coadyuvan al proceso erosivo fluvial: por una parte, la línea de escorrentía se hace coincidente con el buzamiento (inclinación) de las capas en planos acusadamente inclinados, del orden de 70º a 60º SE; de otro lado en este caso se puede establecer una relación estrecha entre el congosto y un sistema de fallas secundarias que, precisamente en dirección NW-SE, cuartean el macizo calizo. Cuando fue estudiada la zona para fundamentar la presa, libre aun del material de arrastre que hoy impide ver el cauce, se apreció como los bancos de un flanco enlazan sin  disconformidad con los del opuesto, indicando que el plano de falla no se prolonga por el fondo de la garganta.
Con todo, el despeñadero es debido esencialmente a la acción erosiva del río, si bien fuese en principio favorecida por esas pequeñas fallas y por el fuerte buzamiento  del terreno que coincide con el rumbo fluvial” 

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Bibliografía.

Cit. LA RECTORÍA: Breve Recopilación Histórica de la Rectoría del Marquesado de Dénia, en el Reino de Valencia. págs. 17-21. 2009: Carlos Cardona Doménech.